¿A quién le importa la transparencia de las Universidades?

Pues ya está. Un año más cierro el estudio de portales de Transparencia, este año centrado en Universidades Públicas. Ha sido el año más duro, penoso y complicado de los 3 que llevo. También es el que ha mostrado datos más desoladores. Nni siquiera con el mayor de los optimismos, podemos levantar la impresión de este caso. Y es que las conclusiones de la investigación sobre portales de transparencia de Universidades no son nada positivas. Vamos a verlas.

La persistencia de la memoria
Acceso a un portal de transparencia universitario cualquier dia del año. Fuente.

Portales de transparencia universitarios. Relaciones (casi) inexistentes.

Partamos de lo básico. De 15 universidades solo tenemos datos de 9. De ellas prácticamente ninguna ha dado todos los datos. El único dato compartido entre las 9 es el número de páginas vistas. Esto hace realmente imposible hacer comparaciones realmente viables. En todo caso, no nos queda más que asumir que todos los portales tienen un consumo razonablemente similar de páginas por sesión, y que puede ser un reflejo del mismo.

Por otro lado, muy pocos han dado datos de trámites de derecho al acceso a la información pública, así que los datos de conversión son mínimos también.

Con estos mimbres podemos detectar los siguientes elementos.

Uso de los portales de transparencia de las universidades

En primer lugar hay que decir que no hay ningún tipo de relación entre el uso de los portales de transparencia y el tamaño de la comunidad universitaria. Es decir, una comunidad más o menos grande no garantiza un mayor o menor uso. Esto es así tanto en términos absolutos como contextualizados (accesos por cada 1000 personas). Esta relación es igual de inexistente en cada uno de los sectores: docentes, personal administrativo y de servicios y estudiantes.

Comparativa de páginas por el tipo de página y portales. Se aprecia que sólo hay un número significativo de uso en los PAS en los portales activos.
Comparativas de páginas visas por sector y tipo de portal. Elaboración propia.

Esto viene acompañado de la segunda cuestión. No existe ningún tipo de correlación entre la participación electoral en las elecciones universitarias y el uso del portal. Ni la participación media, ni la participación por sectores, ni los años de elecciones hay variaciones armonizadas del uso de los portales.

La forma si importa (pero poco).

Encontramos algunas variaciones de poco peso pero interesantes respecto a la forma del portal. De esta manera:

  • Los portales con una estructura más bien flexible y adaptada tienen un crecimiento algo más sostenido en el tiempo.
  • Aquellos portales que tienen una estructura propia si tienen una relación un poco más fuerte (pero aún no relevante) con el tamaño de la comunidad universitaria.
  • Los portales integrados en el portal de la universidad tienen un uso más latente y esporádico.
Comparativa de crecimiento de portales flexibles (UNIZAR, US) y autónomos (UM, UB, UOC). Se ve un mayor crecimiento en estos portales, con un uso más continuado y estable con lineas ascendentes.
Crecimiento de universidades activas (URJC y UGR) e integradas (UNED). En estas se ve un crecimiento más contenido o incluso decrecimiento,

Esto nos lleva a señalar dos cuestiones. La autonomía parece el único medio de generar o sostener un consumo más o menos real de su contenido. Como consecuencia de ello, tal y como vimos en el caso de las CCAA, los portales que tienen estructuras débiles o residuales están sometidos a eventos externos para su consumo. Dicho de otra manera, el portal se usará «si hay jaleo» y si no, pues nada.

La irrelevante transparencia de la universidad española.

Si vamos al contexto, tenemos lo siguiente. Fuimos a preguntar a las 15 universidades públicas con más alumnos. De estas universidades en un 33% de los casos no he podido ejercer mi derecho de acceso a la información pública.  En la mayor parte se ha dejado morir la solicitud o directamente se ha ignorado.Otras ni tenían el trámite a disposición en 2018, 5 años después de la entrada en vigor de la Ley.

Un 20% de las universidades se han negado en redondo a facilitar información del uso de sus portales. Aquí la nota positiva es el buen trabajo, al menos parcialmente, de los Consejos de Transparencia. Digo parcialmente porque el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno y la Comisión Vasca de Transparencia fallaron a mi favor. No obstante, ni la Comisión de Andalucía ni el Consejo de Transparencia en lo que se refiere a Madrid han respondido a mis reclamaciones

Por otro lado quiero denunciar abiertamente el matonismo de la UNED  que pese a tener una resolución a favor del CTBG, ha facilitado datos incompletos de una manera que no puede ser accidental.

Captura de la respuesta de la UNED en la que misteriosamente aparece vacío el campo de usuarios, pero no el de usuarios nuevos
Que dice la UNED que le importa 33 lo que diga el Consejo de Transparencia y, para dejarlo claro, deja en blanco datos que evidentemente tiene sin dar más explicación, lo que da que pensar que lo hace porque le da la gana y porque puede.

Quiero señalar que estos datos no se han dado ni a nivel autonómico con la ley recién inaugurada ni en las grandes ciudades. No es admisible que puedas ejercer un derecho una de cada tres veces. Es intolerable que una de cada 5 universidades se nieguen a facilitar datos porque no están obligadas a ello específicamente. No podemos permitir que, incluso con resoluciones favorables (si llegan), la respuesta sea incompleta.

Y sin embargo, nada de esto importa.

La transparencia universitaria está fuera de la universidad y de la sociedad.

Nos encontramos con algunos hechos interesantes. El uso de los portales es residual, no es completo y no permite ejercer los derechos ciudadanos. Adicionalmente vemos que ni el tamaño ni la movilización política influyen en el uso de los portales.Evidentemente, la formación tampoco, dado que las cifras de uso son menores que en ciudades y Autonomías, donde el nivel de estudios medio es menor que en las universidades.

Me arriesgaría a decir que la universidad, o lo que pueden aportar los portales a la Universidad, no interesan ni en la comunidad universitaria ni en la sociedad. De lo contrario, creo, ni llegaríamos a estos datos, ni el uso sería tan pequeño.

La principal satisfacción es que encuentras, como en otras instituciones, equipos implicados y volcados con su trabajo. La gente de Zaragoza, UOC, Murcia o Granada se han esforzado por hacer esto posible. También es muy positivo el esfuerzo de mejora del portal del País Vasco, que ha decidido hacer su propio subdominio para controlar el tráfico.

La cuestión es que son equipos que, a diferencia de otros, que tienen que enfrentearse a resistencias internas, deben encontrarse en una falta de interés generalizado. Quizá este desinterés es algo promeditado, o quizá no, pero aquí me temo que el trabajo es mucho más hacia afuera que hacia adentro.

Una conclusión general: el insostenible modelo de transparencia español.

En este panorama uno no puede evitar reflexionar lo siguiente. Los portales no funcionan bien de manera general porque falta presión. Esta falta de presión hace que la falta de cumplimiento fehaciente de la ley no importe. De hecho, solo hemos tenido picos de uso cuando los escándalos han llegado a la puerta de la universidad.

Esto nos llevaría a pensar que las instituciones (en su conjunto) solo cumplen con la ley de manera general si hay suficiente presión o atención sobre ellas. Si es así, ¿qué nos dice de nuestro sistema de transparencia?

Básicamente podemos asumir que el modelo de transparencia de España depende de los portales. Si estos se funcionan de manera reactiva ante la presión ciudadana, sólo habrá dos tipos de portales de transparencia útiles. Los de equipos comprometidos y los que están sometidos al continuo escrutinio público.

¿Qué capacidad de concentración y presión tiene la opinión pública ante las fácilmente más de 10000 insitutiones públicas españolas? Diría que marginal. Me temo que, en el mejor de los casos, podríamos prestar atención a un 10% (1000 instituciones) y me parecería mucho. El papel de los medios de supervisión y escrutinio público (Transparencia Internacional, y otros índices) es crítico. Sin embargo, esa criticidad depende, de nuevo, del interés que genere el tema. Os puedo asegurar que el seguimiento de estos artículos de las universidades ha sido menor al de ciudades y autonómico. ¿Qué presión tiene un ranking que nadie mira? Más aún cuando hemos vivido una tormenta en torno a la Universidad y hay un cierto «run-run» con que no es todo lo honesta como institución como desearíamos.

Si queremos una transparencia generalizada, no podemos seguir trabajando así. O encontramos algun sistema que permita asegurar, más allá de la audiencia, que se cumpla lo mínimo, o estaremos sometidos al ritmo del escándalo para ir transparentando. Y creo que eso es lento, costoso e ineficiente.

Consulta el resto de artículos del estudio

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