Empoderamiento digital?

Vuelve hoy por nuestro blog Mauro Iker Vadivielso, quien ya nos habló en su día de como las PWA estaban amenazando al futuro de las Apps y hoy nos hace otra enorme reflexión sobre el mismo ámbito. No os lo perdáis

Emponderar a las personas en el uso y gestión de sus Datos Digitales es una tarea de buen eGobierno de las Administraciones Públicas. A la ciudadanía se le deben proporcionar la formación y los medios adecuados para acceder a sus Datos pero, en ocasiones, la propia evolución de la tecnología no lo pone fácil. El caso más representativo quizá es el de los móviles inteligentes.

El tráfico de red mundial de los dispositivos móviles ha superado al de los portátiles o PCs y, cada vez más, hay que facilitar el acceso a los servicios digitales mediante smartphones, y aunque la Web ha sido durante cierto tiempo el espacio donde ofrecer la interacción digital entre Administraciones y Ciudadanía, las Apps le han ido comiendo terreno.

Enrique el Navegante ilustra este post sobre empoderamiento digital y apps
Enrique el Navegante, que usa recursos según los permisos del dispositivo. Fuente

En este artículo  ya hice un análisis de lo que supone publicar y mantener una app en las tiendas de aplicaciones y planteé alternativas, y ahora profundizo en los motivos que han llevado a que seamos tan dependientes de las tiendas de aplicaciones y de las grandes plataformas tecnológicas en general, las implicaciones que ello tiene y posibles acciones para recuperar cierta independencia.

Me baso en el artículo Hobson’s Browser de Alex Russell, Arquitecto de Software, que ha trabajado para Google y posteriormente para Microsoft como responsable del navegador Edge, para desgranar los entresijos técnicos que explican la situación vigente. Las imágenes que ilustran este artículo son representaciones simplificadas y no se ajustan exactamente a la realidad pero pretenden servir para explicar el suelo técnico a grandes rasgos, para llegar al mayor número posible de personas.

Dispositivos de escritorio y móviles

Los navegadores web son básicamente controladores de enlaces HTTP. Su núcleo consta de un motor de renderizado, que es el encargado de “pintar” el contenido marcado como HTML, CSS, XSL, etc., y un motor javascript que interpreta este lenguaje. Ambos acceden al Document Object Model (DOM) de la página web para manipularlo y representarlo.

Esquema de uso de recursos por tipo de navegador.
Esquema de uso de recursos según el navegador. Fuente

En un dispositivo de escritorio, al pinchar en un enlace, si la aplicación que lo gestiona no es un navegador web, se manda el enlace al sistema operativo y éste levanta el navegador web por defecto para cargarlo.

Diagrama de navegadores que usan los diferentes entornos de trabajo del escritorio
Funcionamiento de navegadores en espacios de trabajo de escritorio.

Pero el funcionamiento de un navegador web es diferente en los sistemas operativos de escritorio, como Windows o Mac, y en los de dispositivos móviles, como Android o el iOS de los iPhone.

La RAM es la culpable

Las primeras versiones de los sistemas operativos de los dispositivos móviles adoptaban heurísticas para reclamar memoria RAM de las aplicaciones que se encontraban en background, es decir, mataban los procesos de esas aplicaciones en segundo plano cuando aplicaciones que iban a primer plano reclamaban recursos del sistema operativo. Las apps que tenían muchos enlaces se veían especialmente perjudicadas ya que desde los enlaces no se brindaba la posibilidad de volver a la app de referencia y lo que quedaba en segundo plano tenía papeletas para ser “asesinado”; volver a la app de referencia y restaurar la interfaz de usuario podía llevar varios segundos, lo que degradaba la experiencia de uso.

Esto provocó las primeras fricciones entre las apps y la web; daba la sensación de que algunas cosas de la web estaban “rotas” y que era mejor funcionar directamente con apps.

Profundizando en la brecha

Con el tiempo surgieron los In-App-Browsers (IAB), que cargaban contenido referenciado por la app nativa en un WebView, un componente del sistema que utiliza el motor de renderizado del navegador de referencia del sistema operativo que se salva de las heurísticas de memoria.

Los IAB no pueden ser los navegadores por defecto del sistema, pero un navegador que se implementa sobre un WebView sí puede ser el navegador por defecto. Un WebView, por sí solo, no es un navegador, ya que para ello se requiere código adicional de interfaz de usuario y cierto código, soportado por los proveedores del WebView, para acceder a características con permisos restringidos por el sistema, como por ejemplo las interfaces de comunicación con el hardware del dispositivo (cámara, geolocalización, NFC, sistema de ficheros…), que no todos los sistemas operativos facilitan.

Explicación del uso de recursos por navegadores en dispositivos móviles según las condiciones y permisos atribuidos.
Permiso de uso de recursos en dispositivos móviles según entorno de uso.

Los IAB más famosos, como el de Facebook, Snap o Pinterest, no respetan la elección de navegador por defecto de la persona usuaria y no cuentan con herramientas y documentación adecuadas para ayudar a los desarrolladores a implementar sus funcionalidades, o se basan en versiones antiguas de WebViews que no cuentan con las capacidades más novedosas, lo que dificulta o imposibilita la labor de los desarrolladores para ofrecer una experiencia de usuario óptima; incluso ocurre que características que funcionan en ciertos navegadores, no funcionan en estos IAB.

Cuando alguien configura su navegador por defecto con ciertas preferencias, espera que el comportamiento sea el mismo para todos los sitios web que visita, y que se mantenga en todos los casos la configuración de accesibilidad, privacidad, pagos, etc., pero en los IAB esa información se guarda en un silo por cada app, con lo cual la experiencia de usuario puede ser, cuanto menos, desconcertante.

Han emergido ciertas librerías que facilitan la construcción de IABs dentro de una app e invocan al navegador por defecto, pudiendo acceder a las capacidades que ofrezca su motor de renderizado, pero la propia app que hospeda el IAB puede sobrescribir el comportamiento e invocar al navegador que le dé la gana. Por ejemplo, si utilizas el Widget del buscador de Google en Android, da igual qué navegador tengas instalado, todo el tráfico de red irá a través de Chrome.

Diagrama de uso de navegador en función del dispositivo móvil en el que se usa
uso de navegadores en función del sistema operativo del dispositivo móvil

Caso particular es el de Apple. Hasta 2020, sólo el Safari de Apple podía ser el navegador web por defecto de los iOS. En 2021, permite instalar otros navegadores pero restringe el acceso a la pila de red, lo que bloquea posibles mejoras de rendimiento, privacidad y seguridady la entrada de nuevos protocolos, es decir, elimina la competencia; alegando precisamente preservar la privacidad y la seguridad pero cortando la posibilidad de mejoras de seguridad, privacidad y acceso a capacidades del hardware del dispositivo que ofrecen otros navegadores y motores de renderizado. Lo más representativo de este modo de actuar probablemente sea la imposibilidad de recibir notificaciones push en el Safari de iOS.

Diagrama de uso de recursos para acceso web en iOs
Diagrama de uso de navegadores en entorno iOs

Situación actual

Las apps de las tiendas de aplicaciones suponen una gran fuente de ingresos para iOS y Android ya que cobran una tasa por las aplicaciones que se descargan de sus tiendas. iOS puede cobrar hasta un 30% de las ventas de una única app. Si iOS y Android permiten que los navegadores web compitan en igualdad de condiciones con las apps, pueden acabar perdiendo gran parte de esa fuente de ingresos, con lo que no es probable que se dé esa igualdad a corto plazo. El parlamento de Corea del Sur ha sido el primero en legislar sobre estas comisiones aprobando la que se ha denominado como Ley Anti-Google.

Dada la evolución de los dispositivos móviles a lo largo de los años, se ha popularizado la descarga de apps en el móvil y mucha gente todavía cree que es la única manera de ofrecer una experiencia de usuario óptima en los smartphones, y como esa experiencia de usuario en la Web puede verse efectivamente mermada por cómo implementan ciertas soluciones las Big Tech, tanto empresas públicas como privadas se ven obligadas a facilitar sus servicios digitales a través de apps, lo que se traduce en una dedicación presupuestaria más elevada para implementar la solución técnica en cada plataforma y una pérdida de control en los plazos de implantación ya que las tiendas de aplicaciones tienen una lista de verificación que las apps o sus actualizaciones han de pasar para poder implantarse, y no siempre son del todo claras, lo que se puede traducir en retrasos de hasta varias semanas para que la tienda dé su aprobación, o incluso que la tienda bloquee la implantación.

En una época en la que los Datos son esenciales para la toma de decisiones, éstos están bajo el control de las grandes plataformas. Los comentarios, opiniones y estadísticas sobre descargas y uso los acapara la tienda de apps, y quien implementa la app se debe contentar con descargar los datos que ofrece la plataforma para poder analizarlos, en el formato y granularidad que la plataforma decida.

Cada vez que subimos una app a la tienda a la Play Store o a la Appstore, se alimenta el oligopolio de Google y Apple. Hay otros que también tienen sus propias tiendas de aplicaciones basadas en Android, como Samsung o Xiaomi, pero no veremos gran cantidad de apps de las Administraciones Públicas en ellas; y con el paso dado por Google para obligar a cambiar el empaquetado APK de sus apps a partir de agosto de 2021, que directamente podía subirse a otras tiendas, por ABB, que sólo permite subir aplicaciones a la PlayStore, lo veremos aún menos.

Tanto empresas públicas como privadas son absolutamente dependientes de estas grandes plataformas y si una de ellas decide cambiar sus políticas de servicio puede traducirse en una pérdida automática de visibilidad, sin que las personas usuarias finales sepan realmente qué ha pasado con esa app que tenían instalada y de la que ya no reciben actualización alguna, y sin recibir información por parte de la plataforma.

Si al comienzo de este artículo hablábamos de emponderar a las personas en el uso de sus datos digitales, se lo podemos estar negando:

  • Si una persona quiere prescindir de los servicios de Google o Apple en su vida digital, no podrá hacerlo si la Administración sólo le ofrece una app en la Play Store, que requiere una cuenta de Gmail, o en la Appstore.
  • Si una persona ha decidido que quiere mantener sus preferencias de privacidad digital con un navegador concreto, si se construye una app incorporando un IAB, es posible que no se respete su elección.

Posibles acciones para tomar las riendas

Participar activamente en el diseño de estándares tecnológicos y de interoperabilidad. Por ejemplo, el Consorcio global W3C que regula los estándares web celebró uno en junio de 2021 para que los Gobiernos se involucrasen en la evolución de las tecnologías asociadas a las Smart Cities bajo el paraguas de la Web.

Formar en estándares tecnológicos al personal laboral le ayudará a comprender qué tipo de solución es más adecuada para cada caso de uso y conocer las implicaciones de optar por soluciones tecnológicas no basadas en código abierto. Las competencias digitales no deben limitarse al uso de herramientas ofimáticas.

Elaborar una estrategia de diseño de soluciones digitales que sirva de guía para toda la Organización y permita optimizar recursos y esfuerzos de los proyectos, y en el caso de soluciones para interactuar con la ciudadanía, hoy en día es necesario reflexionar sobre si es realmente necesaria una app.

Para terminar

El empoderamiento digital tiene dos vectores que se ven afectados por el recorrido histórico de las tecnologías, el que afecta a la Ciudadanía en cuanto a capacidad de elección y preferencias de uso, y el que afecta a las Organizaciones en cuanto a dependencia de plataformas concretas y los costes, riesgos y limitaciones que genera para ofrecer servicios digitales y asegurar ese empoderamiento.

Nos hemos centrado en los dispositivos móviles, pero el empoderamiento digital se ve afectado por otros ámbitos tecnológicos. Cada vez más, nos vemos bombardeados por noticias que hablan del impacto del 5G, la Inteligencia Artificial, la Realidad Virtual y Aumentada, el IoT, la Cloud, la Computación Cuántica… No sólo desde Entidades Privadas sino desde las propias Instituciones Públicas, que las incluyen en sus planes de Transformación Digital como elementos disruptivos que mejorarán la calidad de los servicios digitales.

Quizá la evolución de los servicios digitales llegue a permitir que, en un futuro próximo, un Asistente Virtual con sensores IoT y Realidad Aumentada ofrezca una interacción con la Ciudadanía pero, sin una adecuada Gobernanza y Vigilancia sobre la tecnología que subyace, podremos estar limitando el empoderamiento digital que debe ir aparejado a esos servicios.

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