Este breve post lo trae Jordi Graells, uno de los tipos que más ha trabajado y mejorado la Administración para ponerla al servicio de la ciudadanía, tanto por inspiración como por devoción. Además de eso, es DG de Atención Ciudadana en la Generalitat, bloguero de referencia y curiosote. Este brevísimo post fue usado en la mesa redonda que moderó en el Congrés de Gover Digital
Los ciudadanos nos encontramos inmersos en una experiencia sin precedentes: la digitalización de los ámbitos personal, social y profesional de alrededor nuestro. El turismo, el ocio, la banca, el retail, el transporte, la energía, la construcción, la educación … Todos los ámbitos avanzan inexorablemente en el uso de las tecnologías digitales y de las redes sociales. Y muy especialmente los sectores orientados a usuarios finales, que son los más obligados a buscar un modelo de negocio de valor suficientemente competitivo para tener éxito y sobrevivir. Pero, contrariamente a lo que puede parecer a primera vista, el cambio disruptivo que viven personas, entidades y empresas no es tecnológico. Va más allá. Se trata de un proceso de transformación de cultura de empresa y de gestión (management).
Un estudio de la consultora Price Waterhouse Coopers PwC cifra en un 0,75% el crecimiento del PIB per cápita de un país y una reducción del 1,02% de la tasa de paro por cada incremento de un 10% en el índice de digitalización.
Pero, ¿y en la Administración? ¿Qué demonios le está pasando? ¿Es que no hay nadie dispuesto a evitar que algún día acabemos perdiendo los clientes aún cautivos? El despliegue en clave multicanal en su front-office le ofrece buenas oportunidades para mejorar la expectativa del ciudadano. Pero las carencias en los cambios necesarios en su back-office le impiden optimizar y eficientar los servicios que gestiona y provee.
Se necesita un paso más. Como en el resto de organizaciones de la sociedad, para transformarse, debe romper con el estilo de trabajo tradicional y derrotar, si es necesario a sangre y fuego, su esencia excesivamente legalista y burocrática.