Transformación digital: Dirigir o Liderar

El autor invitado de este post es Andrés Pastor,  funcionario del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Seguridad Social, donde ha desarrollado su carrera en distintas áreas TIC. Durante los dos últimos años, ha participado en la creación y puesta en marcha de la Dirección TIC, donde participó en la elaboración del nuevo modelo de gobernanza TIC y coordinó la elaboración del Plan de Transformación Digital de la AGE. Actualmente trabaja en la Gerencia informática de la Seguridad Social. Comparte todas sus reflexiones en Crisol TIC, blog que ha inspirado mucho a éste.

Transformación digital

La Transformación digital (TD) se ha convertido en el paradigma del momento tanto para organizaciones públicas como privadas. No es fácil encontrar un artículo especializado o un evento en los que la transformación digital no esté presente, ni directivo que se precie que no mencione el término varias veces al día…  Nota: Yo recomiendo hacerlo entre 3 y 5, en función del rango del profesional en cuestión 😉

Los que llevamos algún tiempo en este negocio sabemos que los paradigmas tienen vida propia: se crean, crecen, alcanzan su esplendor en uno o dos años….y terminan desapareciendo cuando son destronados por un nuevo concepto que viste mucho más  (sí, nos gusta lo novedoso). Mientras perduran, juegan un papel dinamizador de las organizaciones, sirven de vehículo de venta para las empresas y, bien aprovechados, tienen su utilidad más allá del efecto de marketing.

La Transformación Digital ha llegado para quedarse.

Sin embargo,  la TD ha llegado para quedarse. No es que el término vaya a perdurar, ya lo bautizaremos con otro nombre, que eso se nos da bien, sino que es el reflejo una nueva realidad, un cambio que se está produciendo en la sociedad que va a estar con nosotros mucho tiempo.

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Este era el argumento y el espíritu de lo que reflejamos en la parte expositiva del real decreto donde se definía el nuevo modelo de gobernanza TIC para la AGE, en el que también evidenciamos la necesidad de conformar un Plan de transformación digital en éste ámbito.

El uso de la palabra transformación en el nuevo modelo de gobernanza, tampoco es casual. El cambio en la sociedad debe traducirse en un cambio organizativo y cultural en la AGE, algo nada sencillo en una organización tradicional como la administración, que presenta una gran inercia.

Transformación digital ¿Hablamos de lo mismo?

Seguramente nos encontremos confundidos con el significado real de la TD, sobretodo porque algunas empresas utilizan y pervierten el término en beneficio de su negocio y confunden el fin con los medios (ej. para las empresas fabricantes TIC transformación digital es sinónimo de equipos y software, para el operador telefónico las líneas y servicios de telecomunicaciones, etc)

Sin embargo, la TD no tiene tanto que ver con la implementación de nuevas tecnologías, sino con transformar las capacidades de la organización para adaptarse a un entorno fuertemente cambiante, en el que el ciudadano ha adquirido nuevos hábitos y demanda nuevas  formas de relación y servicios personalizados.

Todo esto lo podremos hacer  aprovechando las posibilidades que proporcionan las nuevas tecnologías, pero debe quedar claro que el objetivo final es la mejora global de la organización.

Son muchos y diversos los bloques que conforman la TD, entre ellos:

  • Orientación hacia el cliente, la organización se orienta de verdad hacia sus clientes, los ciudadanos en el caso de las Administraciones Públicas. Todos los esfuerzos se concentran en entender cuáles son sus necesidades y mejorar su satisfacción en las diferentes interacciones con los clientes, lo cual requerirá desarrollar sus capacidades de analítica de datos, análisis de redes sociales, marketing predictivo, etc y mejorar la calidad y  oferta de servicios.
  • Mejora Operacional, como consecuencia de la digitalización y automatización de los procesos, cambios en la forma de trabajo de los empleados y mayor transparencia y participación de la fuerza de trabajo en los procesos de decisión.
  • Nuevos modelos de negocio, impulsados por la digitalización de los activos y la innovación en la creación y provisión de servicios. Es la parte más compleja del puzle, porque implica una nueva forma de orientar la actividad de la organización.

Esta nueva actividad y el funcionamiento de la organización requieren contar con nuevas capacidades, tanto  digitales (principalmente en el área del análisis de datos) como organizativas (ej. agilidad, flexibilidad, colaboración en los procesos, etc).

No hay una receta mágica para abordar este proceso,  pero sí podemos adelantar dos conclusiones:

  • La TD no consiste en realizar una informatización masiva de los procesos actuales, ni de la eliminación del papel en las oficinas, por eso ya hemos pasado. Es un cambio más profundo. En cierta manera, la administración electrónica debería ser una consecuencia natural del proceso de transformación digital, pero lo contrario no es cierto; La TD no se va a alcanzar poniendo en marcha un abanico de iniciativas de administración electrónica. No se trata de cantidad, sino de calidad; cuanto antes nos convenzamos de ello, antes emprenderemos el camino correcto.
  •  La TD persigue un objetivo claro, pero no hay un camino definido para alcanzarlo. Encontraremos algunas señales, pero no siempre fáciles de interpretar, así que necesitaremos contar con un buen guía.

¿Cómo debe ser la organización digital?

La TD persigue una organización inteligente, en la que todos sus integrantes  aporten ideas, en la que la colaboración y el aprendizaje sean una constante. Los líderes deben ser diseñadores, guías, maestros, fuente de inspiración….. Su principal responsabilidad debe ser favorecer que el personal desarrolle y expanda sus actitudes, comprendan la complejidad del entorno y colaboren en mejorar la organización. Las decisiones pasan a ser descentralizadas y se fomenta la autonomía y compromiso y la implicación del empleado.

Por su parte, la organización debe ser ágil y flexible, adaptable a las circunstancias en tiempo real.

Liderando la Transformación Digital

Como hemos visto, la TD supone un cambio global, una nueva forma de orientar la actividad de la organización y el desarrollo de unas competencias organizativas y personales radicalmente diferentes a las actualmente presentes en la mayor parte de las organizaciones.

Para llevar adelante las transformaciones necesarias en la administración del siglo XXI necesitamos una nueva generación de líderes.

No hay duda de que un buen líder de la transformación digital debe ser un perfecto conocedor del negocio y del funcionamiento interno de la administración. También debe ser capaz de  crear una visión y asesorar sobre se puede utilizar la tecnología para transformar los procesos de la organización.

Pero ante todo, debe ser un líder de personas y un autentico motor del cambio.

Si en la Administración pública el poder de un directivo proviene tradicionalmente del reconocimiento legal que le confiere su cargo o posición en la organización, lo que en derecho romano se denominaba ´potestas´,  el nuevo líder, en cambio, debe conseguir su poder e influencia del reconocimiento social de su conocimiento y buen hacer, el ‘auctoritas’ de los romanos.

Los líderes de la TD deben poseer ambas condiciones, pero la segunda es mucho más difícil de conseguir.

Directivo vs. líder

Aunque  no es fácil caracterizar el liderazgo, lo cierto es que se pueden apreciar  diferencias significativas entre el comportamiento de  un directivo tradicional y el de un verdadero líder:

El directivo gestiona; El líder innova;
El directivo dirige proyectos, el líder movimientos
El directivo acepta la realidad, el líder la cambia;
El directivo se focaliza en sistemas y estructuras, el líder en las personas:
El directivo tiene empleados, el líder seguidores
El directivo administra el presupuesto, el líder organiza a la gente
El directivo establece reglas, el líder promueve las ideas
El directivo lo es porque lo dice el organigrama, el líder  porque así lo reconoce la gente
El directivo depende del control, el líder inspira confianza;
El directivo pregunta cómo y cuándo, el líder qué y por qué;
El directivo hace correctamente las cosas, el líder hace las cosas correctas.

Me parece muy clarificadora la visión de Kotter sobre cómo ambas aproximaciones de la dirección son caras de la misma moneda que actúan de forma complementaria:

“Cada vez puede resultar más útil pensar que quienes ocupan cargos
directivos son personas que crean agendas con planes (la parte de gestión) y
visiones (la parte de liderazgo); personas que establecen, a través de una
jerarquía bien organizada, redes susceptibles de aplicación práctica (parte de
gestión) y conjuntos de relaciones alineadas (liderazgo); y personas que
ejecutan tanto a través de controles (gestión) como de inspiración (liderazgo)».

Desgraciadamente en la administración pública no abundan los cargos directivos con una fuerte capacidad de liderazgo, seguramente por configuración y orientación de la propia función pública. Sin estos líderes, la organización termina siendo predecible, programada, orientada a la formulación de planes y presupuestos, y sin una visión definida ni estrategias que la hagan realidad.

Creo que todos hemos conocido a magníficos profesionales, exitosos,  que ante un desafío de transformación y cambio en la organización, terminan repitiendo los patrones de conducta que se trataban de superar e incluso llevan a  la organización a una situación peor que la de partida.

Pensando sobre el tema, recordé  haber leído hace años acerca de un síndrome que afecta a algunos directivos en tiempos de crisis; ante la inseguridad de una situación difícil, sobre la que no hay experiencia, centran la actividad de la organización en lo que mejor conocen o en lo que se sienten más seguros, normalmente asociado a su formación inicial o a su experiencia principal de trabajo.

Este fue el caso de Marissa Mayer en Yahoo, o de Douglas Ivery en Coca Cola, un concienzudo gestor, con destacadas capacidades analíticas en las que apoyó su gestión, pero incapaz de conectar con la gente. Como ya sabían los romanos, gobernará el que consiga el control de los ejercitos.

Liderar es complicado; es salir de la zona de confort; es renunciar a que con las soluciones de siempre vamos a poder afrontar todos los problemas nuevos; es innovar con creatividad, pero de forma efectiva;  es adoptar decisiones poco ortodoxas o seguras para obtener grandes beneficios; es comunicar de manera activa, interna y externamente; es crear equipo y apoyar el talento; es asumir el riesgo a equivocarse…..  es ser capaz de mover el corazón de la gente hacia un mejor futuro.

La TD va a necesitar romper con las formas de hacer del pasado, desaprender lo aprendido y afrontar el futuro con apertura de mente. Seguro que los años venideros van a ser retadores y apasionantes, así que esperemos poder contar con buenos gestores y mejores líderes en los principales puestos de responsabilidad de la Administración.

einstein

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