Tinder y servicios públicos digitales: 5 razones por las que NO necesitarían amor.

Hace unos días fue el día mundial de las Redes Sociales. Con motivo del tema, la gente de Novagob lanzó un debate tanto dentro como fuera de la red en twitter. Mi intervención (un poco lacónica porque las RRSS no son mi cosa, y para eso hay gente como Amalia López Acera), se centró en mencionar Tinder. Por si alguien vive en Marte, Tinder es una app que facilita encuentros para adultos sin mayor compromiso, y es una de las Apps referentes de los últimos años. Sin embargo, aunque parezca una cosa graciosa, lo decía en serio. La verdad es que uno de los aprendizajes más importantes en general, y en las estrategias, es que, muchas veces, no necesitas la excelencia, sino la suficiencia. Y es que, a la gente le encantan los ferraris, pero lo que mantiene al mundo moviéndose son los turismos.

Daguerrotipo de matrimonio.
Ahi donde les ves, eran unos ases haciendo swipe. Fuente.

Aquí os contamos la tinderización de los servicios públicos y por qué es necesaria.

NO todo lo que necesitas es amor.

Lo primero a tener en cuenta es que Tinder es una app que no busca el amor, ni la pareja estable. Busca una relación que puede estar muy bien (o no) pero es esporádica. En la que realmente no necesitas saber las aficiones, gustos y planes de futuro de la persona que encuentras, sino algo rápido y con fecha de caducidad. ¿Es esto malo? Pues no, o no necesariamente. ¿Sólo pueden tener relaciones sexuales las personas que tienen una historia de amor? Lo cierto es que desde hace años, al menos en occidente y a partir de cierta edad, esto no es así. Simplemente, la gente puede tener una relación puntual sin mayores planes de futuro. Esto no significa que esa relación no sea estupenda, ni que no sean felices, simplemente, cubren aspectos de su vida diferentes a distintos niveles.

En términos de servicios pasa lo mismo. Hay una serie de servicios (o productos) que no son el sueño de la vida ni de la organización ni de las personas que lo usan. Por ejemplo, los bolis bic. No creo que nadie monte una empresa diciendo «voy a hacer una empresa con bolígrafos de coste reducido que se pierdan sin generar alarma y que se rompan facilmente«. Tampoco creo que alguien tenga como sueño vital tener un boli bic. Sin embargo, son, posiblemente, de los productos más vendidos a nivel mundial y cumplen su cometido. ¿Por qué ir más lejos?

Amores de los buenos,  sólo hay unos pocos en la vida (con suerte).

Esto no quiere decir que no se busque el amor. Tener una pareja, una relación estable, una familia, es algo que forma parte de la «felicidad de la gente». O de mucha gente.  Pero claro, si lo pensamos, en el mejor de los casos, una persona tiene uno (o unos pocos) amores en la vida. En ese caso si, claro que importa los proyectos, sueños, intereses y puntos de vista. Pero en realidad estamos hablando de muy pocos casos y niveles en los que esa «compenetración» y esa necesidad de satisfacción es máxima.

Volvamos al tema de los servicios y los servicios públicos digitales. No os lo vais a creer, pero la gran mayoría de los trámites que realizo no me importan demasiado.  Pedir un volante de padrón, dar de alta una tarjeta médica, renovar el DNI, apuntar a mis hijas a las colonias de verano… no me importan demasiado. Ahora bien, la atención sanitaria de algún familiar muy enfermo, si. La educación que reciben mis hijas (o la que he recibido yo) si. Incluso, sin ser grandilocuentes, tener cierta seguridad de que no me van a cobrar más impuestos de los obligados, también. Pero estamos hablando de un número de cuestiones que, por muy importantes que sean, afectan a 3 ó 4 servicios o temas. El resto no es tan importante. Son servicios que, aunque son la mayoría, de los que no esperamos la felicidad, sino la satisfacción.

Hay decisiones que NO se hacen para toda la vida.

Si el impacto de lo que vamos a obtener no va a llegar a toda nuestra vida, el esfuerzo de la decisión es proporcional. Es decir, nadie dedica el mismo tiempo para elegir casa que para comprar una camiseta. En el caso de Tinder está claro: una persona no busca lo mismo que en una pareja, así que no necesita el historial médico. Tampoco se está dando esa información.

En el caso de los servicios está igualmente claro. El esfuerzo se valora en proporción a la ganancia esperada. Una persona no va a valorar como bueno una cola de horas para solo conseguir un papel. Si lo aceptará en los servicios que sean vitales o importantes (por ejemplo, para celebrar su boda). Centrar la misma atención, esfuerzo, y requisitos a elementos que se van a valorar de manera distinta es una manera de dar mucha importancia a unos y quitársela a otros.

Asumámoslo: hay un número limitado de personas a los que vamos a gustar en nuestra vida.

Y es que todos hemos soñado en ser lo más. Todos queremos ser lo más, lo mejor, lo más querido. Podemos conocer a muchas personas en nuestra vida pero sólo habrá amor con unas pocas personas. Esto de por sí, es un hecho. Así que no podemos plantearnos como un drama que una persona con la que no compartimos prácticamente nada, no nos quiera. Se trata de asumir que, incluso haciendolo lo mejor posible, a veces no se trata de nosotros o de otras personas, sino de que no hay conexión posible. Y esforzarse para no lograr esto es agotador y frustrante.

Nadie se plantea «de mayor quiero ser un trabajador del monton» o «quiero que me quieran lo normal». Todos queremos ser muy buenos, y todos queremos ser lo más. Esto es humano y corriente. Sin embargo, somos, como mucho, muy buenos en unas pocas cosas en la vida. En otras somos normales, en otras regulares y otras malos.

Con los servicios públicos y la administración es lo mismo. Hay servicios que se llevan todo el amor (la sanidad, la educación) y otros que se llevan menos amor (contratación pública). Esto significa que no podemos esperar que el servicio de contratación sea tan querido como los otros dos o acabaremos frustrados. Por otro lado, esto no significa que tengamos que dejar de prestarles atención, sino que hay que hacerlo donde corresponde. Y en la medida en la que corresponde. No necesitamos una contratación pública que enamore a la gente, necesitamos que le alivie. Es decir, el umbral de satisfacción es que sea claro, transparente y eficaz.

En resumen, tinder, meetic y otros cacharros.

Así que no nos dejemos engañar. Todos queremos ser los mejores, los más queridos o queridas y tener lo mejor de la vida. Hay cosas en las que ni queremos ser (ni compensa, porque no se trata de eso) en ser guapos, listos y leidos, sino, simplemente hacer las cosas.

Es decir, que haya una administración más Tinder no significa que dejemos de tener una administración Meetic. Simplemente hay servicios que van bien para lo primero y otros para lo segundo. El auténtico criterio estratégico es saber distinguirlos.

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