Vuelve al blog Jordi Graells, del que ya os hablé aquí… esta vez con un originalísimo en primicia de Analítica Pública. Qué más podéis pedir «publilitiquers»
¿En qué estadio evolutivo se encuentran gobiernos y administraciones? Se ha hablado largo y tendido de ello. Voy a exponer otro punto de vista basado en su lógica discursiva.
Para ello deberíamos analizar su discurso. No hace falta que entremos en una perspectiva aristotélica más profunda que nos permita entender el mainstream que siguen las estructuras del poder a partir del uso de hipérboles, sofismas i eufemismos… Pero el profesor Teun Van Dijk nos alertaba sobre cómo poco a poco se iban incorporando metáforas en nuestro lenguaje que, en el fondo, estaban connotadas de racismo; por ejemplo, el titular ‘Una oleada de inmigrantes’ o ‘El asalto a la valla de Melilla’. Si admitimos este tipo de discurso, podríamos estar aceptando el carácter de intrusos o invasores peligrosos de sus protagonistas.
Continuando con el discurso del profesor Van Dijk, no hay metáforas inocuas. Debemos ser conscientes de cómo decimos las cosas, ya que son el reflejo de las ideas que tenemos. Los que trabajamos como servidores públicos construyendo un discurso público tenemos la obligación de ser conscientes de qué valores y estructuras estamos defendiendo con el lenguaje. La comunicación, más que para introducir un determinado modo de pensamiento, debe servir a gobiernos y administraciones para empoderar a los ciudadanos. Los contenidos que dirijan a la población en general deben ser simples y propositivos, es decir, que persigan que el ciudadano actúe para intentar mejorar el entorno, su bienestar en todos los ámbitos.
La comunicación pública debe estar enfocada principalmente a conseguir ciudadanos libres, con alto espíritu cívico y crítico. Sólo así se consiguen sociedades auténticamente libres. Ésta es la máxima que intentamos seguir desde Atención Ciudadana de la Generalitat de Catalunya.
Por lo tanto, ¿qué situación hay que superar para avanzar en esta dirección? La relación ciudadano – Administración pública está viciada ya en origen:
• Se habla aún de tramitar, autorizar, someter, suplicar, elevar, certificar, supervisar, ‘tuvo a bien’, reiteró (cuántas veces?). Es una clara connotación de sumisión.
• En lugar de relacionarnos, vivir, experimentar, recibir, apoyar, acompañar, ayudar, colaborar, cooperar y co-crear. Esto es lo que hacemos si estamos en un plano de igual a igual ;).
Esta relación asimétrica no hace más que acrecentar la falla tectónica que suele separar la ciudadanía de los poderes públicos:
• Por un lado, el ciudadano es el malo y la Administración no se fía, lo ve como un estorbo ((siempre critica, no entiende de las cosas públicas…).
• Por otro lado, la expectativa del ciudadano es que la Administración no le solucionará el tema (es arcaica y lenta, sus profesionales no trabajan lo debido…).
Hay que actuar urgentemente. Si no lo conseguimos, Carlos Baeza va a tener que incorporar en su diccionario ‘Dícese’ https://www.dicese.es la palabra disfuncionario. Baeza ideó este diccionario para incluir lo que llama ‘lenguaje en B’, en forma de sincretismos, a partir de lo que considera la manipulación del lenguaje que utiliza quien tiene el poder con la intención de retenerlo. Así, ha introducido términos como socerdote (en lugar de sacerdote), patricarca, populisto o twittular (generar cabeceras informativas i mensajes simples como si fueran tweets).