La doble brecha en la Administracion electrónica

Una de las grandes cuestiones de la Administración española en la actualidad es el cambio generacional. Por una serie de avatares económicos y políticos hemos pasado unos cuantos años sin contratar personas nuevas. Esto hace que mi generación y unas pocas después de ella (casi hasta sólo los primeros millenials) se han pasado lustros (o pares de trienios en administrativeño común) siendo «los jóvenes«. Hasta hace un par de años, gente entre 30 y 40 años eran «los jóvenes» de la casa. Esto tiene impactos en la brecha digital que, además de todo, ya no es lo que era.

Cuadro del sacrificio de Isaac
Consejería o Ministerio de Administración Pública sacrificando jóvenes opositores en nombre de la contención presupuestaria. Fuente

La muerte de la brecha digital tal y como la imaginábamos.

Uno de los problemas que tienen las teorías, especialmente las académicas, es que en un mundo como este pueden quedarse obsoletas rápidamente. Uno lleva escuchando sobre la brecha digital casi desde que se generalizaron los modems en las casas. Desde que empezamos a escuchar los pitiditos para entrar en Internet, nos preocupa lo que pasa con la gente que no puede (o no sabe) hacerlo.

Así que nos tiramos desde entonces hablando de la brecha digital, pensando en la gente que entra en Internet y la que no. Esto desde, aproximadamente, 2010 ó 2011, cuando los móviles inteligentes se popuilarizaron. Me resulta muy difícil hablar de la brecha digital en los términos de 2005 cuando gente de 65 años te puede preir a whatsapps a las 8 de la mañana. A no ser que el Whatsapp no sea algo digital. 

La brecha digital de hoy no es tanto de acceso a la red, sino de capacidad de usar los resucros que te permiten comprender y competir en el mundo digital. Es decir, ya no es no saber escribir correos, es no saber distinguir una noticia manifiestamente falsa o no saber usar tus herramientas de trabajo y contacto en términos adaptados al entorno. 

La brecha generacional en las AAPP

Mi segundo punto es que, a todo eso, casi a la vez, la Administración Pública dejó de reclutar. Reflexionemos: las OPEs se paralizaron más o menos en 2011. Es decir, entró gente que, en el mejor de los casos, entró gente que tenía cuentas de Gmail y Facebook. Sin embargo, desde entonces hemos tenido Instagram, Snapchat, Whatsapp, Telegram o Netflix. No hemos contratado gente que ha crecido con esto.

Podemos decir que, en términos generales, los empleados y empleadas públicas en España tienen un buen nivel de uso TIC. Normalmente saben, como poco, usar a nivel funcional lo necesario para hacer sus tareas. Pero, en muchos casos, no saben (ni tienen por qué) saber mucho más de ello. Eso si, hoy en día parte de esas competencias se quedan en términos anticuados. Es decir, seguimos teniendo excel, y seguimos teniendo sharepoints, pero en pocas ocasiones tiramos a tecnologías ya generalizadas como la nube. ¿Por qué?

La brecha tecnológica que se está profundizando

Como decía, la gente es (razonablemente competente) y a suelen usar las herramientas que se ponen. Esto en algunos casos es un mérito porque no están hechas para ser fáciles. Sin embargo, el problema está en el liderazgo y modelo de trabajo que se genera. Claro, podemos decir que la Estrategia de Transformación Digital de la AGE (por ejemplo) plantea crear un puesto de trabajo digital. Esta intención es correcta, pero artificial.

La cuestión es que cuando uno llega a hacer cosas con (o para) la Administración notas que está anticuada. Y no es porque sus empleados no estén formados. Es que simplemente, los que están hechos a trabajar en el mundo tecnológico actual no estan. Incluso queriendo entrar, no han podido y no creo que vuelvan.

Es difícil entender hoy en día una organización que considere lo normal articular la interacción via web services en lugar de API, cuando el primero es un concepto bastante anticuado. Hablar de intranets y carpetas compartidas en tiempos de la nube. Páginas web no responsivas (o apps a cascoporro) en los tiempos de las webs móviles. Todo esto es algo que, si os digo la verdad, difícilmente puede entender alguien que trabaje en el mundo tecnológico y haya nacido a principios y mediados de los 90.

No se trata de nativos digitales. Es gente que ha estudiado, se ha formado, y trabaja, pero que hace años que ha descartado soluciones porque hay otras más eficientes o útiles. Y en muchos casos son esas las que generaliza la Administración.

La administración ESTÁ en una brecha digital.

¿Significa esto que la gente que ha nacido antes no es capaz de plantear estos enfoques? No, ni mucho menos, son más que capaces (y en muchos casos, lo hacen). Pero comprendase que cuando se generalizan dinámicas en sitios como la Administración  si no hay una cierta cantidad de personas dispuestas a cambiar la manera de pensar, es una tarea ciclópea. No me puedo imaginar convencer a un responsable de una administración de abrir una API para el intercambio de datos con  otra administración (incluso sabiendo lo que es una API). Todo sería más fácil si tuvieramos más personas dentro que entendieran (porque viven) el mundo digital de hoy.

¿Por qué? Porque me temo que, como decíamos, la brecha digital no es no entrar en internet, es no saber manejar lo que tienes que manejar para hacer tu trabajo. En términos estructurales  la brecha generacional y su implicación digital, hacen que la Administración se encuentre así. Por poner un ejemplo: hace unas semanas (en octubre de 2018) La Moncloa sacó su versión responsive de la web. Suponemos que para celebrar los 10 años de iPhone.

No es algo irreversible, pero o empezamos a meter perfiles profesionales de gente que se haya criado y piense en conceptos tecnológicos actuales, o la distancia con el resto de organizaciones la cosa irá peor.

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