El éxito del DNI electronico

Esta semana se presentaba el informe eEspaña 2014 (enlace), en el que la fundación Orange hace un resumen extenso y variado de la España de la sociedad de la información desde hace más de una década. Por su continuidad, por no ser parte de la Administración y por su claridad, este informe deja todos los años algún titular sobre administración electrónica. Este año la noticia ha ido sobre uno de los temas más visibles y polémicos que tenemos a mano: el DNI electrónico. Según dicho informe solo el 0,02% de las transacciones on line se hacen con este recurso. En tiempos de vacas flacas en las que estamos en el diván del auditor, revisando cada gasto para ver si la clase política es culpable de la crisis, las reacciones no se han hecho de esperar. Fracaso, fiasco, ruina, desastre…son los adjetivos que políticos, medios y algún especialista le han dedicado. Desde aquí, que nunca se ha sido fan  de como se ha usado, vamos a defender el DNI electrónico, quizá no como un exito, pero si como clave del desarrollo de la administración electrónica.

Así de poco claro lo ve todos el mundo
Así de poco claro lo ve todos el mundo

Es cierto que el DNI electrónico no ha sido una tecnología de uso extensivo. Desde esa base, y entendiendo que la finalidad de una tecnología es su uso, no se puede hablar de un buen resultado. Aunque ya le hemos atizado al proyecto desde el nacimiento de este espacio, podemos recapitular estas razones:

  • Complicado de usar: para que negarlo. Tener un lector de chips, actualizar sus drivers, configurar el navegador y esperar que todo vaya bien en nuestro equipo y en la comunicación con el servidor. Usar el DNI con éxito da en ocasiones la sensación de culminar un milagro de la ciencia, o hacer un castillo de cartas.
  • Pérdida de valor añadido frente a otras tecnologías. Lo mismo que puedes hacer con el DNI lo puedes hacer con un certificado normal.es cierto que los certificados no están tan extendidos, pero resulta que el público susceptible de usar el DNI es el mismo que es susceptible de tener un certificado y, para que negarlo, preferimos usar uno residente que ir a buscar el lector de chips.
  • Encaje difícil con navegadores y plataformas. Las instituciones españolas no han sabido trabajar con el mundo digital. Microsoft por tamaño y proximidad comercial aunque ha adaptado el informe Expolorer, ¡EL EXPLORER! Al DNI, pero curiosamente la administración no ha sabido integrarse bien en Firefox o Chrome, los dos navegadores con mayor cuota de mercado. Posiblemente no es necesario recurrir a los convenios que tanto gustan a las instituciones nacionales, sino optar por plugins y complementos localizables desde todas las webs públicas.
  • Se vendió mal. Las diferentes instituciones (MAP, industria y policía) los responsables políticos y la prensa que ahora lapida el proyecto eran muy entusiastas con él hace unos años. Aún recuerdo cuando el Ciberpais presentaba un reportaje sobre la agraciada con el primer ejemplar, en Burgos. Lo malo de prometer la luna es que cuanto más lejos estas de darla, mayor es la decepción de tu público.

Esto es lo que tenemos claro. No se usa, salió caro, y no es lo prometido, pero lo que ha logrado ha permitido que España esté muy bien posicionada en gobierno electrónico, ha tenido un éxito rotundo por diferentes razones que por no ser tan evidentes son menos importantes:

  • Ha unificado el sistema de acceso e identificación: Más allá de que el sistema de validación sea bueno o malo ha creado un sistema único y común para todos los organismos en España. Los amantes de la crítica por el gasto desmedido acusan habitualmente a las Administraciones en España de duplicar o redundar sistemas que, en ocasiones son hasta contradictorios. El modelo del DNI ha generado un sistema común que no sólo permite la reutilización de tecnologías, sino la consolidación de buenas prácticas. Como ya hablé en su momento  (y mucho en mi tesis), las organizaciones grandes (y en esto el sector público es puntero), necesitan un periodo de unificación normativa y tecnológica para mejorar su práctica operativa. El DNI fracasó en lo segundo, pero triunfó en lo primero y permitirá que el gobierno electrónico siga creciendo.
  • Responde al garantismo del sistema administrativo Español. Uno de los adjetivos a dedicar al sistema administrativo en España es el garantismo. Más allá de si es proporcionado o justificado, la realidad es que crear un modelo tecnológico adecuado para realizar básicamente todo tipo de trámite con la Administración Pública y que valga para todos no es fácil, y el DNI electrónico, especialmente por su ambiciosa implantación permite que hoy en día se pueda iniciar trámites de manera administrativamente válida, correcta y segura, más allá de que esto sea proporcional o no, lo que compete básicamente al modelo jurídica.
  • Ha eliminado el subterfugio de “no se puede”. Especialmente este es el punto de éxito que debemos reconocer al proyecto. España y sus Administraciones tienen una consumada tradición de hacer proyectos de reforma que no dejan de ser brindis al sol. El gran comodín de las organizaciones para no afrontar estos cambios es que realmente no hay medios para afrontar los cambios. En el caso de la ley 11/2007, dentro de su irregular comportamiento, ha tenido un éxito nada desdeñable y es generalizar el acceso a los servicios de manera telemática. El DNIe sirvió para que no hubiera un obstáculo material a este cambio. ¿Es exagerado? Realmente no lo creo, dado que, si vamos a un proyecto con una ambición similar y una cronología muy próxima, como el de la factura electrónica, nos encontramos con la otra cara de la moneda. En 2010 las Administraciones Públicas estarían obligadas a aceptar las facturas obligatoriamente en formato electrónicode empresas de determinado tamaño, y, a partir de esa fecha de las demás. En aquellos tiempos el sector TIC estaba entusiasmado con la idea de colocar sus programas de generación y control… Hoy en 2014 estamos creando el registro central y empieza a funcionar. No es una ley lo necesario, es eliminar los posibles subterfugios que impiden su cumplimiento lo que la convierte en efectiva.

Así pues, lo que tenemos después de un proyecto que podemos considerar fallido, es un entorno común a una gran variedad de servicios que muy posiblemente nunca hubieran dado el paso a su accesibilidad sin este instrumento. En este marco la tensión por mejorar (a través de proyectos políticos y demandas sociales más ambiciosas) y la colaboración entre diferentes actores, así como la práctica y la experiencia que generan las organizaciones ofrecen no pocas esperanzas. Ahora sí que existe un qué (infraestructura) y podemos dedicarnos a pensar el cómo (la articulación y el diseño) que nos lleven a mejorar la oferta de servicios.

Sin embargo, que haya tenido éxito (muy obviado o atribuido a otros proyectos), no significa que no haya que sacar conclusiones. Que se hable ya de hacer un DNI 3.0 basado en una apuesta tecnológica interesante, pero aún no consolidada como los chips NFC, y volcar la interacción en el modelo de identificación en lugar de en la creación de valor del servicio es un error enorme y, en este caso, muy difícil de justificar. Por otro lado, hay que olvidar la locura de implicar la decisión y el liderazgo político a un ítem como éste en lugar de a un proyecto de gobierno electrónico consolidado que, en el mejor de los casos, se ha quedado en simples iniciativas legales y desarrollos instrumentales útiles pero poco visibles a la ciudadanía. Si el DNI ha fracasado no es por su falta de ambición, absolutamente necesaria para un proyecto de esta talla, sino porque los objetivos que se han potenciado no eran estrictamente del propio proyecto. Como dirían en los años 80, el DNI no es la cosa, es la cosa que permite hacer la cosa, y ahí es donde fallamos.

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