El escrutinio del 24-M: algunas reflexiones

El pasado 24-M tuvieron lugar las elecciones locales y autonómicas en España. Esta convocatoria era muy esperada por el previsible cambio en el sistema de partidos y élites en el panorama español. Cada convocatoria electoral tiene una historia diferente pero, podríamos decir que en  los casos en los que el resultado es poco claro, la tensión de candidatos, seguidores y ciudadanía en general crece. Así ocurrió en convocatorias como la «segunda vuelta» de las elecciones autonómicas de 2003 en Madrid o en los casos de Madrid capital y Autonomía este año.

Esto es lo que sabemos de cómo va el escrutinio
Esto es lo que sabemos de cómo va el escrutinio

Las puntuales caídas de la página web de Interior así como el ritmo muy desigual de publicación ha provocado protestas entre ciudadanos y candidatos ¿Es para tanto? ¿Se puede esperar algo más?

Antes que nada debo señalar que conozco a personas que han tenido responsabilidades en el pasado en el sistema de escrutinio del Ministerio del Interior y reconozco su competencia. Por otro lado hay que poner en valor que ante las particularidades de un proceso tan complejo como unas elecciones, la velocidad de publicación de resultados en España (unas pocas horas) muestran que la solución tecnológica es eficaz y eficiente en su labor. Sin embargo puede que esto empiece a no ser suficiente para lo que ciudadanos y partidos exigen.

Los logros del sistema de escrutinio

El sistema de escrutinio debe garantizar una condición fundamental: la seguridad de que los resultados contados son exactaente los depositados por los ciudadanos. Esto puede parecer una obviedad, pero teniendo en cuenta la consolidada tradición española en la gestión «imaginativa» de convocatorias electorales, algo desterrado del imaginario común los últimos 40 años, no está de más recordarlo.

Una vez cumplido este objetivo viene otro menos imperioso pero también importante: que parezca fiable. No se trata de un capricho ni de un requisito accesorio: la legitimidad de una convocatoria electoral depende mucho de la apariencia de corrección de los resultados. Esto podemos verlo en los casos de Estados Unidos en 2000 y de México en 2006,  en los que las suspicacias afectaron al resultado electoral y al nombramiento de los ganadores incluso años después de la convocatoria.

La web, en este sentido  aporta tres oportunidades:

  • Velocidad de presentación de resultados, incluso de los parciales
  • Plenitud de la información acerca de los datos que se van recibiendo.
  • Como resultado de ambas anteriores, transparencia acerca del proceso de escrutinio.

Así pues podríamos decir que, como elemento objetivo (esto es, como soporte que transmite información a los usuarios), la web cumple con lo necesario. Sin embargo, como vimos durante el escrutinio, esto no basta. Dado que la transparencia no se basa exclusivamente en el qué (los datos del escrutinio),es necesario reflejar las condiciones del cómo.

El origen del problema.

Lo primero a destacar es la caída (al menos temporal) de la página del Ministerio del Interior. Aunque esta fue breve y puntual (tanto que no he encontrado referencias a la misma), es de suponer que se deba a puntas ocasionales de tráfico. La cuestión es que una previsión de visitas más adecuada habría evitado este tipo de problemas que, sin ser especialmente graves por su brevedad, no dan buena imagen a un servicio tan costoso (15 millones de euros). Por otro lado, el ritmo desigual de publicación de resultados (el municipio de Madrid estuvo horas con un 16% de escrutinio realizado, y el siguiente paso fue más del 60% sin ningún avance intermedio) y la prolongación del recuento de Sevilla varios días, provocaron cierta polémica.

Como decíamos, un proceso electoral es muy complejo y la publicación de los datos de escrutinio son su   etapa final. Para que los datos se publiquen, es necesario que se hayan contado y validado los votos de las mesas y de los colegios electorales para que, finalmente, se transmitan a la Junta Electoral que debe publicarlos. Esto significa que la creación de los datos no depende de la página que los publica, sino que tiene, en el mejor de los casos, tres agentes que actúan previamente (la mesa, la junta electoral de centro y la junta electoral de correspondiente a la circunscripción).Cada uno de estos actores tiene un ritmo individual, por eso  las mesas y los colegios más pequeños terminan antes publican antes sus resultados, lo que genera un sesgo geográfico de los resultados parciales que se modera conforme llegan más datos.

La necesidad de comprobar la veracidad de los datos afecta a una segunda condición: la revisión. Es necesario comprender que en un proceso con tantos participantes, el error humano o de comunicación (por poner dos ejemplos) hace que sea necesario revisar los datos de manera casi obsesiva. El baile de lugar de un cero, una persona por teléfono que se equivoque en unas siglas, que la entrada de números en el sistema sea incorrecta son situaciones verosímiles que dan lugar a errores y que tienen que ser contrastadas antes de publicar datos  para no tener que rectificar. Esta es la explicación principal del atasco que señala el Ministerio del Interior en su nota de prensa, publicada un día después.

En resumen podemos decir que hay una falta muy leve (la caída puntual del servicio) y otra que es más seria, dado que genera desconfianza acerca de una instrumentalización del sistema. Esto no llega a ser grave porque, en principio, nadie ha puesto en tela de juicio los resultados finales, pero si la organización de la maquinaria para beneficiar al organizador.

Lo que se puede mejorar

¿Podemos culpar a un sistema de que sus usuarios, en plena crisis, se desesperen y denuncien manipulación? Cualquiera que haya vivido la locura de la compra de entradas de U2, los Rolling Stones o del Measure Camp de Madrid, sabe que la frustración del usuario se suele pagar, justificadamente o no, con la acusación al sistema.

El hecho de que las quejas o las dudas sean fundadas o no es indiferente a la percepción de quien denuncia el sistema. Una mala gestión del contexto acaba dañando la credibilidad del proceso, como indicamos en el caso del ébola. Es previsible que en las próximas elecciones volvamos a tener la polémica y toda crisis que no se resuelve es una crisis que crece.

Hay margen de mejora para reducir cualquier tipo de conflicto aplicando unas pocas acciones:

  • Previsión de publicaciones: Sería muy deseable declarar las previsiones de publicación de escrutinio esperadas. No se trata de ir punto a punto y minuto a minuto,sino de señalar los tiempos más pesimistas para  las publicaciones en bloques de 10 puntos del escrutinio. Esto facilitaría saber qué es lo normal y que no.
  • Mensajes e incidencias: Es normal que una previsión pueda no cumplirse, pero sería muy positivo dejar algún mensaje que explique las incidencias, del tipo «mesas en revisión» «procesado de datos», o cualquier cosa que pueda explicar posibles desviaciones de los objetivos previstos sin dejar al ciudadano ojiplático.
  • Informe de estado. El escrutinio requiere transparencia no sólo en el resultado, sino en el proceso. Ahora la web es también uno de los elementos que apuntalan esta transparencia. En la última convocatoria hemos llegado a  detalles sobresalientes como indicar el último representante conseguido, o cuántos votos le falta al siguiente para serlo (y de qué partido es), pero se puede ir más lejos: indicar cuántas mesas están escrutadas, cuántas faltan y (si se da el caso), cuántas están en revisión, eliminaría cualquier suspicacia.

Todo esto lo digo desde la admiración que me levanta la eficacia y solvencia con la que el escrutinio, incluído el componente tecnológico, se lleva adelante. Eso no quita que estos pequeños detalles, menos costosos que los que hemos logrado en la actualidad, reforzarían la credibilidad del sistema institicional. Podríamos decir que actualmente tenemos una estupenda barra de progreso que nos indica el progreso del recuento, pero esto actualmente es menos de lo que la democracia requiere.

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