Centralización y descentralización: un dilema también de analítica

Uno de los temas tradicionales en la gestión política y administrativa es el modelo de centralización óptimo que equilibre eficacia y eficiencia. En principio, a mayor centralización el sistema es más eficiente debido a las economías de escala, pero menos eficaz por el desconocimiento de las gestiones.

Física aplicada a organizaciones
Física aplicada a organizaciones

Este tema no es ajeno a la analítica, como trata Avinash en su primer libro. Aunque tradicionalmente pensemos en el caso privado, la centralización o descentralización del diseño y ejecución de la analítica web es un problema importante. El potencial tecnológico permite ordenar y clasificar datos de muy alto nivel e incluso explotarlos, pero el problema sigue siendo el mismo ¿es posible conocer la situación de un servicio sin estar encima de él y conocerlo en profundidad? y en caso negativo ¿permite el coste de oportunidad de esta especialización una centralización en el modelo?

La principal cuestión a la hora de definir quién y qué va a analizar es que, si no tenemos bien definidos estos aspectos y no los coordinamos con la política de la organización, los datos serán inútiles, irrelevantes, ignorados, o, aún peor, contraproducentes. Por otro lado, cualquier plan o propósito puede ser desviado hasta extremos inconcebibles a raíz de la práctica de la gestión: hacemos un plan y luego analizamos como buenamente queremos.

Así pués, tenemos una situación en la que primero hay que definir responsabilidades y objetivos y luego, lo que no es menos importante, establecer los medios de que esta estrategia sea efectiva. Mas allá de esto, el problema es que la analítica es un elemento vinculado de manera casi genética a la web y a la organización a la que sirve: el modelo está condicionado por la propia estructura web de la organización, pero, sin embargo, debe contribuir de manera muy activa a mantener la coherencia de ese modelo. Es decir, el diseño está condicionado, pero a la vez debe rectificar los posibles desequilibrios de la web pública. A partir de esto, tenemos los siguientes modelos.

  •  Centralización: El modelo más tradicional es la centralización del control. A partir de un sólo órgano, con una capacidad tecnica tan potente como la actual, recibe gran cantidad de datos a tiempo prácticamente real, lo que facilita las tareas más convencionales de control. Visitas, objetivos, fuentes (porque es lo más habitual) permiten conocer el rendimiento de cada uno de los portales. De esta manera se puede normalizar el rendimiento, ver puntos flojos, y concentrar recursos, por no hablar de valorar la armonización de la política. Sin embargo, como es de esperar, problemas relativos a la proximidad y al contenido de la web, así como análisis más en profundidad, son difíciles de abordar.  A esto debemos añadirle que, en escenarios tecnológicos y operatvos muy distintos (diferentes conceptos de web, públicos), o con modelos muy intensivos de acción, la unica salida real es la reactividad. El modelo centralizado solo permite resolver grandes problemas profundos cuando estos se han manifestado, lo que, evidentemente, dista mucho de ser óptimo. Este modelo puede integrarse, por ejemplo con el modelo web de las Comunidades Autónomas que han solido integrar su estrategia web en torno a un portal, lo que homogeiniza bastante la naturaleza de los datos.
  • Descentralización: El otro extremo es la descentralización, en el que básicamente, cada una de las web (no de los órganos) hacen un modelo juan palomo. En este modelo facilita responder a la contingencia y especificidad de cada caso, pero si hablamos de que la distinción de distintos modelos de origen, las acciones derivadas del análisis van a disipar aún más la coherencia digital de la administración. Te puedes encontrar, tranquilamente, portales muy modernos y específicos, con auténticas reliquias vivientes. El problema no es que las haya, el problema es que la experiencia del usuario respecto a esa administración estará marcada por el más negativo de los casos vividos, lo que hará que la mala imagen se contagie.
  • Enfoques mixtos: El comodín ante estos debates normalmente es nadar y guardar la ropa y decir que lo mejor es un enfoque mixto. La idea del enfoque mixto parte de dejar a cada esfera lo suyo: un actor central que marque lo objetivos generales y dejar manga ancha a cada portal para reencotrar sus objetivos generales y crear y controlar los propios. El problema sería de gestión de recursos específicos, dado que tener en un modelo de función pública del estado analistas propios es costoso. El modelo sería similar al de las intervenciones, con agentes específicos en cada órgano que pueda adaptar conocimientos específicos a un dominio técnico y, a la vez, aplicar la proximidad de la gestión.

Sin embargo, me temo que considerar la elección de estos modelos como un todo o una decisión estática es erroneo. en realidad, adaptarse a cada uno de los modelos corresponderá a las necesidades y el estado de la organización a cada momento. Dado que normalmente la Web no se asume como resultado de un plan, sino como aparición de oportunidad para crearlas. Del mismo modo, la análitica del funcionamiento de la web parte como experiencias e intereses aislados de organizaciones más próximas a criterios de competitividad, o a una visión más orientada a la organización. En el caso de que la organización entienda necesario optar por la analítica, es inevitable aprender y desarrollar una metodología a partir de un modelo centralizado que ponga en orden y generalice la aplicación de la analítica. En este punto, el papel del CIO de la AGE, tal y como dijimos en su día, es en el que la Administración del Estado se encuentra y puede avanzar. El enfoque mixto, que sin duda es el más idílico y eficiente (aunque con rigideces, como por ejemplo cuestiones de responsabilidad, formalismo, rigidez o libertad de acción están presentes en el caso de la intervención), solo es posible cuando hay un hábito, una disciplina y un oficio de analítica a través de la organización, y se reconoce su relevancia en todo su conjunto.

En resumen, los modelos no son tanto una cuestión como de disposición y condiciones temporales de la organización en cada caso. La cuestión no es tanto de tomar  la decisión, sino de tener claridad de cuándo hay que explotar las necesidades de la organización con un modelo concreto, y cuando las ventajas de cada uno han dado su máximo posible y es necesario cambiar. El problema es, en definitiva, mantener siempre la idea de a dónde queremos llegar y tenerla presente a cada momento.

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